Amparo
conduce ambulancias. Rubia, pelo corto. Voz ronca y de suburbio. Todavía es muy
joven. Su cuerpo, muy pequeño. Aquel día fue conmigo en la parte de atrás del
vehículo para acompañarme. A mí, a la suicida. Alegre me animaba y me dijo el vamos,
mujer que tantas veces he escuchado. Pero algo hizo que no olvidara su
nombre. Amparo y yo teníamos algo en común. Nos gustaba un mismo personaje de
una serie que cuando podía morir se repetía Not today. Me hizo
prometerle que la próxima vez que la muerte se acercase le dijese Not today.
En ese momento, me pareció la mujer más hermosa del mundo. Aunque no lo era.
Pienso muchas veces en ella. Y en tatuarme en la cicatriz que tengo en las
venas esas dos palabras. Aún sigo subiéndome a ambulancias. No pierdo la
esperanza de volver a ver a Amparo. La mujer más hermosa del mundo.
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