íbamos al mercado
mientras limpiaban el pescado miraba
a los cangrejos que vivos buscaban una estrategia para escapar de esa caja abierta cubierta de redes
verdes y duras a las que se
adherían algunos
conseguían salir saltaban caían a
un reguero y caminaban otros en la parte exterior tenían peor suerte no se
libraban de la
redada automática que el pescadero realizaba cada cierto tiempo y los colocaba
de nuevo en el interior de la caja
de madera con sellos de colores desteñidos por la humedad impresos en algún
lugar con mar unos encima de otros asustados luchando por volver al agua pisándose con sus patas de
insectos acuáticos y resbalando en un mundo de caparazones yo observaba con mis
sentimientos encontrados la aventura de la fuga y de la muerte mi hermano y yo
siempre queríamos ir a ver a los cangrejos quizá por entonces ya éramos crueles
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