No creo en el arte, solo creo en la supervivencia. / I don´t believe in art, I just believe in survival.

martes, 21 de octubre de 2008

Femiteca

Femiteca. Ciudad de Mujeres

María Castrejón nació en Madrid en 1974. Es licenciada en Filología hispánica por la UCM y especialista en narrativa femenina de los años setenta. En la actualidad compagina su tesis doctoral en narrativa lésbica española con su trabajo como colaboradora en distintas editoriales (Santillana, Plaza & Janés, Egales...). Nunca ha abandonado la escritura, y ha colaborado en la antología "La vida escrita por mujeres" (IV). "Lo mío es escribir. Siglo XX" (Círculo de Lectores, 2003) y en el libro monográfico "Carmen Martín Gaite" (Ediciones del Orto, 2004). Como poeta, ha formado parte del poema colectivo "El Gran Poema de Nadie" en Madrid (bajo la batuta de Dionisio Cañas), del que surgió el grupo de jóvenes creadores "El Cuarto Incierto".
...Que me estoy muriendo de agua. Guía de narrativa lésbica española

Domingo 29 de junio de 2008 por María Castrejón

“A Cloe le gustaba Olivia...” No os sobresaltéis. No os ruboricéis. Admitamos en la intimidad de nuestra propia sociedad que estas cosas ocurren a veces. A veces a las mujeres les gustan las mujeres. “A Cloe le gustaba Olivia”, leí. Y entonces me di cuenta de qué inmenso cambio representaba aquello. Era quizá la primera vez que en un libro a Cloe le gustaba Olivia.
Virginia Woolf (Una habitación propia.)
Qué gran revelación cuando la página de un libro se pule como el cristal y se convierte en espejo. Cuando en cada párrafo, en cada palabra que otro ha escrito podemos reconocer nuestros ojos, nuestras manos, nuestro sexo... Escribo este libro con la esperanza de que se convierta en un catálogo de espejos, para que seamos capaces de buscarnos a nosotr@s mism@s como otros hicieron desde el principio de la literatura. Todas tenemos derecho a encontrarnos, o por lo menos a buscarnos, y a construirnos poco a poco como individuos únicos e irrepetibles, huyendo de clichés impuestos y herméticos.
A lo largo de esta obra conoceremos el rumbo que van tomando las mujeres, en general, y las lesbianas, en particular, a lo largo del siglo XX en nuestro país, no dado en exceso. La literatura habla de la vida, de lo que es o de lo que queremos que sea. Los libros son un retrato y un oráculo. Repasaremos, pues, todas las novelas y cuentos en los que podamos encontrar una imagen nueva, desde comienzos del siglo pasado hasta hoy mismo. Intentaré llegar a vosotr@s mediante la voz de otras que hablaron antes que yo, convirtiéndome, por lo tanto, en un mero hilo conductor entre cada historia y cada potencial lectora.
Me gustaría que éste fuera un libro sencillo y directo que os ayudase a encontrar aquello que buscáis, tanto dentro como fuera de vosotr@s mism@s. Todo ser humano necesita un reflejo, igual que una sombra, para comprobar que está vivo. Sumerjámonos en nuestra literatura para que después, una vez que salgamos de ella, seamos capaces de clarificar la imagen que dejemos impresa en el agua.
Fuente: María Castrejón
Una canción de Carmen Paris y una tesis aburridísima sobre la literatura femenina fueron suficientes para que la filóloga María Castrejón (Madrid, 1974) se lanzará de cabeza a la elaboración de ...Que me estoy muriendo de agua. Guía de narrativa lésbica española (Egales), un compendio que recoge cómo ha sido el recorrido de los personajes homosexuales femeninos a lo largo de la literatura española del siglo XX, y lo más importante: en qué lugar están ahora.
"El cambio comenzó a partir de los años setenta, cuando publicaron autoras como Esther Tusquets y Ana María Moix, que incluían a lesbianas en sus novelas. Durante todo el franquismo evidentemente no hubo nada", explica la escritora. Después, durante los ochenta, a pesar de que la movida llenara las calles, las lesbianas mantuvieron una invisibilidad literaria -y social- de la que no comenzaron a salir hasta principios del siglo XXI. "Surgió un boom con la publicación de novelas con estos personajes", asegura Castrejón. El mejor ejemplo, el éxito de Beatriz y los cuerpos celestes (1998), de Lucía Extebarría y la posterior aparición de Isabel Franc (Las razones de Jo, 2006) con su alter ego Lola Van Guardia, una escritora que ha avanzado mucho en la experimentación del lenguaje. "Ella lo lleva todo al femenino y le da vueltas a frases hechas como ’hoy tengo un humor de perras’, que demuestran cómo se ha denostado lo femenino, incluso en el lenguaje", afirma la autora.
Ahora, María Castrejón se atreve a proclamar que ha llegado el momento de la normalización: "La lesbiana tiende a aparecer de forma natural en la literatura y puede llamar la atención por otros motivos". Eso sí, para que esto avance habría que descabezar otras tendencias como la chic lit. "Una literatura en las antípodas de la realidad femenina", finaliza.
Fuente:
El Público

Pero, ¿por qué nadie escribió este libro antes?
«Sinceramente, es incomprensible, pero a mí me viene de perlas.» María Castrejón presenta ...Que me estoy muriendo de agua (Egales), una guía de la narrativa lésbica española que ha escrito en la esperanza de que «se convierta en un catálogo de espejos, para que seamos capaces de buscarnos a nosotras mismas como otros hicieron desde el principio de la literatura».
¡Ya era hora de que la literatura lésbica española saliera del armario!
Sí, salió del armario, la pusieron encima de la cama y después no ha habido forma de que la sacasen a la calle. Está muy bien eso de la habitación propia, pero también debe existir un espacio común en el que todo quepa, sin necesidad de tener que colgarse sólo en una percha determinada.
¿Qué te animó a zambullirte en este mundo tan mal, o tan poco, estudiado?
Precisamente eso, que está muy poco estudiado. Mientras que sobre Calderón se ha estudiado hasta la métrica de su ADN, no se sabe el nombre de muchas escritoras a no ser que interesen sus medidas.
Me gusta que utilices la palabra “zambullirte”, porque realmente fue así. Yo comencé estudiando la narrativa femenina de los años setenta y me zambullí en el mar de Esther Tusquets, me di cuenta de que todas las imágenes de su libro surgían del cuerpo de una mujer, y tuve que encontrar la respuesta al silencio sobre algo tan maravilloso.
Y eso es ...Que me estoy muriendo de agua, una inmersión en el universo femenino en busca de las estrategias para expresar lo que durante tanto tiempo han querido negarnos: la sexualidad, además de la capacidad de amarnos a nosotras mismas y entre nosotras.
¿Y además de Tusquets?
Ana María Moix, otra de las autoras de mi trabajo de investigación. Me pareció que este era el medio ideal para alcanzar el lenguaje femenino, pues es necesario reinventar el idioma para relatar algo que no existe y que nace fuera del alcance de los hombres. Es cierto que el sistema patriarcal es muy difícil de romper, pero sólo el intento, los golpes que se dan para crear nuevos símbolos y estructuras que reflejen el universo femenino dentro de la literatura son todo un riesgo.
Dices: «Escribo este libro con la esperanza de que se convierta en un catálogo de espejos, para que seamos capaces de buscarnos a nosotras mismas como otros hicieron desde el principio de la literatura. Todas tenemos derecho a encontrarnos, o por lo menos a buscarnos, y a construirnos poco a poco como individuos únicos e irrepetibles, huyendo de clichés impuestos y herméticos». ¿Es un libro reivindicativo?
Sí, reivindica mucho. A veces lo he oído gritar desde la mesa de mi escritorio, y espero que cada vez más gente pueda oírlo, porque está harto de guardar silencio. Sí, reivindica los huecos de los libros de texto, las entradas ignoradas de las enciclopedias, las novelas con billete de ida y vuelta en tren de alta velocidad a las estanterías de novela erótica de las librerías (porque, cuando dos mujeres se aman, parece ser que sólo lo hacen para complacer a un tercero), reivindica que las lesbianas sólo sean invisibles cuando pretendan serlo.
Las primeras novelas lésbicas, ¿estaban escritas por hombres o por mujeres? ¿Y para hombres o para mujeres?
Evidentemente por hombres y para hombres, como comento en el primer capítulo, además con unos títulos que suenan a chiste o a cuplé, todo muy «picante» y muy de mentira, claro. Hay que ser conscientes en todo momento de que las mujeres no tenían deseos ni fantasías sexuales, sólo eran el objeto de ambos.
Cuéntame qué es o quiénes son “el armario de tres cuerpos”... ¿Quisieron colaborar contigo?
El armario de tres cuerpos es el subtítulo del segundo capítulo, en el que hablo de Esther Tusquets, Ana María Moix y Cristina Peri Rossi. Hace referencia a estas tres grandes escritoras que habitaron un espacio-tiempo en el cual escribir una novela en España en la que dos mujeres se amaran todavía era un riesgo, pues el armario nos atrapaba como si fuera una campana de cristal enorme que viciara el oxígeno.
Es, en realidad, un juego de palabras, porque para mí las tres son unas escritoras excepcionales, son ya tres grandes figuras de la literatura española que, según mi parecer, tienen una gran fuerza narrativa porque escriben desde su propio cuerpo, son conscientes de que lo tienen y lo usan para crear, cada una a su manera, un universo poético independiente.
Con la única con la que tuve relación durante la redacción del libro fue con Cristina Peri Rossi, pero es cierto que fue a la única a la que le pedí colaboración. Mantuvimos una fluida correspondencia a través del ciberespacio y sus comentarios fueron muy gratificantes, pues coincidimos en bastantes aspectos a la hora de interpretar a los personajes de Solitario de amor.
Repasemos tres nombres clave empezando, precisamente, por Peri Rossi.
Cristina ha escrito una de las más bellas y duras historias de amor, en la que la poesía teje una red con el deseo y las carencias mediante unas potentes imágenes del cuerpo femenino y de la entidad de este en la cultura y en el inconsciente. Solitario de amor es la historia de un personaje que muere de agua.
Isabel Franc.
Isabel se recrea en la literatura lésbica y con ella busca tres pies al gato. Tocando lo intocable, es decir, el género, tanto literario como gramatical, llega a romper todos los esquemas preestablecidos para crear un nuevo mundo, incluso parte su vida literaria en dos a través de su alter ego: Lola Van Guardia.
Ambas escritoras parten de la ironía para enfrentarse a una sociedad que es incapaz de replantearse a sí misma y, con humor (Isabel, mediante la sonrisa, y Lola a través de la carcajada), destruye lo masculinamente correcto.
Lucía Etxebarría.
Lucía ha novelado el feminismo de forma espléndida y nos ha ayudado a comprender que las mujeres debemos empezar de cero para llegar a conseguir hacernos a nosotras mismas, pues ya desde que nacemos habitamos un espacio tóxico en el que nadie parece comprender que no necesitamos que nos digan cuáles son nuestros deseos ya que de esa forma nos están negando nuestro derecho a desear.
¿Qué ha cambiado en los últimos años, y gracias a quién?
Objetivamente... creo que una ley allá por el 2005 dio un giro radical al asunto de los derechos civiles de los homosexuales, pero viendo lo reacios que son algunos cuantos no creo que haya cambiado tanto en el fondo. Y en cuanto a las mujeres... ahí es donde creo que está el problema porque para todo estamos en segundo plano, como la sombra de los otros, o directamente somos invisibles. Los cambios que han sufrido las mujeres los han sufrido literalmente, creo que es más un proceso de conciencia individual, porque aún hay mucho miedo a la palabra feminismo y preferimos delegar un poco antes de enfrentarnos a ella de manera colectiva, pues parece ser que divide entre buenos y malos de manera equivalente a hombres y mujeres.
Los escritores homosexuales (Villena, Alas, Mendicutti...) están orgullosamente fuera del armario desde hace tiempo. ¿Dónde están las mujeres?
Los hombres están orgullosos en todas partes y si no lo están, deberían estarlo. Sin embargo, muchas mujeres no han salido aún del armario, aunque a mí no me gusta ese sitio, preferiría estar en una pecera o en cualquier otro sitio que nos inventáramos nosotras solas por una vez.
Si tuvieras que marcarnos con novelas la senda de la literatura lésbica española, ¿cuáles serían los mojones de ese camino? ¿Cuáles las novelas esenciales?
Sin duda, y por ser la primera, Zezé, a la que dedico el primer capítulo; en segundo lugar, todas deberíamos zambullirnos en las aguas de El mismo mar de todos los veranos de Esther Tusquets, porque, como ya he dicho antes, esto implica bucear por la simbología femenina; Beatriz y los cuerpos celestes de Lucía Etxebarría nos plantea quién es el culpable de que no sepamos quiénes somos y el punto de mira se centra en objetivos hasta entonces irrefutables; Isabel Franc & Lola Van Guardia crean conscientemente la narrativa lésbica, y si me tengo que quedar con una de cada una De entre todas las mujeres (eso sí es misticismo) y Con pedigree; luego, Planeta Hembra da fe de que ya nos podemos reír del feminismo y del lesbianismo, sin duda un gran paso adelante para la humanidad.
Y dos pequeñas joyas descatalogadas Miamor.doc, un maravilloso libro de la poeta Concha García en el que el poema se funde con la prosa, y Veinticuatro veces, una historia iniciática con un enigma por desvelar.
Post-scriptum :Editorial: Egales Fecha de edición: mayo 08 Páginas: 290 Precio: 20,00 € ISBN: 978-84-88052-68-1
Fuente: Femiteca. Ciudad de Mujeres.

1 comentario:

Anónimo dijo...

OHHHHHHHHHHHHHHHHH que boniiiiitoooo
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