No creo en el arte, solo creo en la supervivencia. / I don´t believe in art, I just believe in survival.

lunes, 23 de febrero de 2009

Entrevista a Concha García

Con motivo de la redacción de mi último ensayo, La cama donde te imaginas, que será publicado por la editorial Egales en invierno de 2009, me puse en contacto con la personalísima y necesaria poeta Concha García, que acaba de sacar a la luz su último poemario Acontecimiento (Tusquets, 2008). Para mí ha sido un honor y ella fue tan amable de contestar a estas preguntas que espero que os lancen en picado a toda su obra.

1. Empiezas a escribir en un momento convulso de la historia de España, en un momento en el que la estructura sociopolítica se ha derrumbado y es un campo abierto para la reconstrucción. ¿Esto es definitivo para tu forma de expresión basada en la ruptura y la re-creación?

Sí. Aunque no era del todo consciente del cambio que iba a protagonizar en mi propia vida. Como mujer el destino me tendía su trampa, la de casarme y tener hijos. Yo me fui pronto de casa, con veintipocos, dejando el ajuar y el novio para irme a otra cosa, así que ahora pienso que fui bastante valiente porque tomé la decisión de ambicionar otras cosas para mi vida, tenía una gran curiosidad. p. Fue la curiosidad como te digo y la insatisfacción las que me sacaron de la casa familiar y de aquel novio. Escribir era lo que yo quería hacer y esa tarea no era de mujeres casadas y menos de mujeres de clase media que debían atender al marido y los hijos. Precisamente la publicación de mis primeros libros causó que algunas críticas feministas miraran mi obra con interés, pero la recepción de estos libros a principios de los noventa solo fue entendida como rupturista por un grupo reducido de críticos y denostada por muchos otros.
Desde Estados Unidos la crítica Sharon K. Ugalde (1995) atinó al respecto de la ruptura que mi poesía estaba provocando en ese momento analizando mis primeros libros: Otra Ley (1987), Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas (1986), Ya Nada es rito (1988) y Desdén (1990). Contestando a tu pregunta recuerdo una frase que decía : “la poeta forja su visión a partir del desdén íntimo que siente por todo un sistema socio-psicológico patriarcal que prescribe un comportamiento femenino sofocante para la mujer”.

2. Tu literatura no presenta nombres propios, sólo pronombres e iniciales, aun así podemos intuir que tras ellos se esconde una mujer. ¿El “feminismo” es un término que tienes presente a la hora de ponerte a escribir? ¿Y qué papel juega en el resto de las facetas de tu vida?

Cuando comencé a ser consciente de que escribir era también una cuestión de sensibilidad política me posicioné en un lugar donde la mujer dejaba de ser mujer objeto para ser ella misma. En el número de la revista Ínsula de enero de 1994 publiqué mi poética, la cual titulé “Poco a poco he dejado de ser ella para ser una”. Con eso quería decir que la tercera persona que no existe porque la mujer había sido nombrada desde el punto de vista masculino como amante, esposa, madre, hija, naturaleza, etcétera, yo quería darle paso a la primera persona singularizada en una misma, es decir, poder hablar desde un yo que se inventaba y podía también desear a otra mujer por ejemplo. En el artículo escrito hace más de quince años precisamente hacía hincapié en el hecho de que mi personaje literario era una mujer, siguiendo un pensamiento que partía de la certeza de que no existía una tradición poética en este país que hubiera contemplado el hecho de escribir como mujer, algo que ya hacían muchas poetas norteamericanas como Adrianne Rich o Sharon Olds.
En este sentido los temas singulares de la existencia como el amor, la muerte, el deseo, o en otro orden, la vida cotidiana, no se habían podido establecer desde el punto de vista de una mujer, porque habían sido siempre valores denostados sólo por el hecho de que una mujer fuese la que los nombrara, incentivando una perspectiva donde la losa del “otro” (todos estos significados creados desde la cultura patriarcal) no hubiera estado presente.
Continuando con tu pregunta te diré que he querido siempre que la mujer que hablaba en mis poemas fuese una mujer, mi yo se iba poblando de desdoblamientos que se alternaban en una multiplicidad de tiempos y espacios. Yo era la niña que había sido, la mujer que no había cumplido su destino histórico-cultural, la joven curiosa y desencantada, la solitaria por vocación que caminaba por la ciudad, era todas ellas, así capturaba mi propia historia. El feminismo juega un papel importante y vital, pero no desde el victimismo ni desde lo panfletario, sino desde la escritura consciente de la realidad histórica en la que las mujeres hemos sido siempre perdedoras. Por eso he colaborado tanto en proyectos vinculados a las mujeres y la creación poética organizando durante una década encuentros de poesía escrita por mujeres en este país, ahora mismo presido la asociación Mujeres y Letras cuyo objetivo es la difusión de la literatura escrita por mujeres.

3. Cuando una mujer, como es mi caso, lee tu poesía siente que se mueve en un espacio que le es propio, pero tanto las mujeres como los espacios son dinámicos, cambian, se rompen, se superponen... ¿Se trata de un cuestionamiento de las coordenadas femeninas dentro de aquello que nos distingue del “modelo masculino válido”?

Ya te conteste básicamente lo que pienso en la anterior respuesta, pero voy a precisar más. En mi poesía así como en mi prosa (Miamor.doc, 2001, Plaza y Janés) he tratado de mostrar una realidad que no es lineal. Ni el tiempo es único ni el pensamiento abarca los espacios de lo real. Ya desde la integración lacaniana del RSI no hablamos de una única visión de lo real. En poesía esto aún se incrementa más porque estamos trabajando en el límite del lenguaje, es decir, en la tensión continua que las palabras dejan en el registro del cuerpo No se puede decir que la realidad de una mujer sea la de todas las mujeres, la realidad muestra sus fisuras y la extrañeza que nos produce la existencia debe estar reflejada en el lenguaje de la poesía.
A lo largo de mi obra me he puesto en el lugar de otras, siempre desde el límite de habitar el YO, otra noción que cae en desuso desde ya hace varios años. El yo desde el que hablamos las mujeres todavía es un yo romántico que pone al sujeto en el centro del mundo y a sus sentimientos en el anhelo de formar parte de una totalidad. Quienes han intentado traspasar ese umbral han debido pagar un costo altísimo por quebrar el orden simbólico que el discurso patriarcal impone, la locura, la tristeza, la soledad, y el suicidio en la poesía han sido todos valores rescatados por los críticos varones y muchas veces mujeres para asignar la escritura de mujeres. Pienso en la locura de Virginia Woolf, la tristeza de Emily Dickinson, el suicidio de Anne Sexton y Sylvia Plath, o en el suicidio de Marina Tsvietáieva o en el de Alfonsina Storni y creo que hay que rendirles homenaje desde una perspectiva que las saque de la tutela en la que están confinadas.

En mi poemario Desdén hay un erotismo hacia otras mujeres muy velado, pero que un buen lector puede captar, en otros poemarios como Pormenor y Ayer y Calles la voz que habla lo hace en medio de un paisaje urbano que quiere ser mostrado con ella, la mujer. Dentro de este paisaje la ciudad y la mirada de una mujer recorriendo las calles eran el tema. En Lo de ella se transmite ese juego de identidades que revientan la propia noción del yo y reinventan el juego de ser varias al que aludes con más claridad, y es que en buena parte estoy jugando con mi otredad, pero también convoco el deseo hacia otra mujer.

4. Volviendo a las nomenclaturas y las etiquetas, ¿podría tildarse tu literatura de “lésbica” o las mujeres que se superponen en tu poesía son estadios de una misma persona?, ¿es quizás un juego de grados en el que nunca queda claro el número de personas que están interviniendo?

Algo te he aclarado en la respuesta anterior.
No podemos olvidarnos que las etiquetas como las palabras ordenan el mundo que habitamos y especialmente el de la poesía. Cuando la categoría lésbica se emplea aplicada a la literatura, la incluye en un repertorio mayor que podríamos denominar literatura de género. En mi literatura no se esconde el deseo de una mujer hacia otra, éste es explícito, y se tiene en cuenta como realidad posible.
Históricamente en este país las lesbianas como modelos literarios no hemos tenido espejos donde mirarnos y cualquier travesía escrita ha sido difundida prácticamente en el anonimato y de boca en boca. Algunas veces lo mismo ha sucedido con los modelos lesbianos que representan.
Sin embargo, ese no ha sido el tema principal de mi poesía, simplemente he sido coherente con mi deseo.
Mi poesía quiebra y revela que la identidad del yo es móvil, no se puede hablar de una identidad de personas que como sabes proviene de la palabra griega persona, es decir, careta, y pone en evidencia que el pensamiento poético funciona fuera de los carriles de una lógica moderna, es decir, de una lógica causal y ofrece a través del mecanismo del desarrollo del poema claves para acceder a otras revelaciones y prácticas de pensamiento-emocion.

5. Para finalizar, ¿podrías apuntar algo sobre ese gran Acontecimiento que ha supuesto tu último poemario?

El libro Acontecimiento (Tusquets, 2008) se coloca dentro de mi tradición poética y continúa asentando las bases del trabajo que vengo realizando sobre lo cotidiano, pero como en varios de mis libros (Árboles que ya florecerán, 2000; Lo de Ella, 2003; Desdén, 1997) mi universo poético no se centra únicamente en lo cotidiano. El erotismo o la indagación existencial, en fin eso inasible de lo poematizable han estado presente siempre en mi obra.
Es un libro muy visual, quiero decir que me he preocupado de que las imágenes adquieran relevancia en el poemario de tal manera que produzcan la sensación de un suceso puntual donde lo que acontece parezca surgir de lo inesperado.
A mi juicio, la variante es que Acontecimiento establecería por un lado, según me han comentado, una conexión dentro de la perspectiva de la poesía como reveladora de un secreto del mundo cercana a la herencia simbolista cohesionada a la riqueza de la vivencia de lo cotidiano; pero en todo caso Acontecimiento también es un viaje, un “traslado” que como el poema final indica puede tener varias claves de lectura; entre ellas una de mis favoritas podría tener que ver con los desplazamientos hacia el pasado y hacia el Río de la Plata de nuestros emigrantes españoles, pero también representar el movimiento de las migraciones internas españolas en una nueva sensibilidad que todavía no se ha tocado en poesía.
Para mí, puede llegar a signar la complejidad de la multivivencia racial, evidenciando políticamente la identidad poética que se rompe y altera y facilita la posibilidad de ver lo distinto permanentemente fuera de nacionalismos reductores. Desde los cronistas del siglo XVI venimos de una tradición antigua de viajes y traslados, mi poesía pretende tener presente lo anterior y complejizar el elemento identitario. En nombre de esta tradición y en la creencia de que el movimiento físico genera cambios substanciales en la concepción del mundo he viajado varias veces hacia el Sur. Impulsada por esta metáfora de lo lejano he sentido que solo en el movimiento una se percibe más libremente; Acontecimiento cierra una etapa de mi poética en la que la mujer ha sido cercada por la existencia cotidiana.
Yo no quiero seguir en medio de una crisis que parece no tener fin o continuar escribiendo desde el dolor, la muerte o la pérdida porque presiento que la idea y la sensación de felicidad no es fija sino que acontece como la vida, que fluye e invita a la reflexión y al goce.
Muchas veces noto en la poesía española contemporánea un mensaje desalentador concentrado en un desmedido deleite del sentido trágico de la condición humana, y digo con este libro “basta a todo eso”.

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