Es la lluvia una pared en la que se quedan clavadas las manos
cuando, cansada del juego, la frente apoya la frente en los cristales del agua.
Ni siquiera en sueños
abre la puerta
cuando, cansada del juego, la frente apoya la frente en los cristales del agua.
Ni siquiera en sueños
abre la puerta
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